- Trabajo grupal de dejarse llevar al fluir del movimiento corporal energético, a través de la función reguladora de la biorespiración, facilitando así las aperturas – tanto físicas como psíquicas – que la coraza muscular encierra.
- Aperturas al descubrimiento de la propia corporeidad y del yo profundo a través de la capacidad de llegar a sentir el lugar del propio yo-cuerpo en el espacio.
- Espacio no vacío, sino que llenado en permanencia por la presencia del otro: hablaríamos de un yo constituido en su relación grupal.